Bueno, como toda historia tiene un final, parece que a esta también le ha llegado el suyo y aunque sea un poco tarde, aquí voy con la crónica del último día. Espero que me perdonéis por la demora, pero desde que terminé esta locura no he parado, y ahora, aprovechando esta tranquila tarde de vacaciones en las costas de Bretaña, os contaré los pormenores de mi última etapa.
La verdad es que viendo cómo empezó el día, en un momento pensé que alguien me había echado un mal de ojo y que no llegaría al Cabo Higuer ese día. A las seis de la mañana ya estaba preparando las cosas, y aunque ya sabía que en el alberge de Sorogain los desayunos no se sirven hasta las 7:00, los nervios no me dejaban dormir. 6:55 y ya estaba delante del comedor, a la espera. Allí no había nadie. 7:00 y ninguna señal del encargado, yo ya estaba malo. 7:05 y toque en la puerta de la entrada, nada. Yo ya me subía por las paredes. A las 7:10, por fin dije un EGUN ON ( buenos días) que se tuvo que oír desde la estación Espacial de la MIR, y al de dos minutos escuché cómo bajaba el encargado excusándose por haberse quedado dormido. Tras devorar el frugal desayuno que preparó en un momento, a las 7:30 ya estaba en marcha camino hacia Iturrunburu y justo cuando me disponía a pasar el pequeño riachuelo que hay a la salida del alberge, patiné y terminé con mis huesos en el frío agua… Me cagué en todo… ¡¡¡Además de tarde, mojado!!! Me levanté, hice cuatro respiraciones profundas para matar el nervio y venga, en marcha, que tenía un largo día por delante.
Cuando empecé con la subida se empezaron a arreglar las cosas. Como si apareciera de la nada, salió de entre las sombras del bosque mi Salvador, Gorka Ripodas. Menos mal que vino, porque con la niebla que había camino al Puerto de Urkiaga, seguro que yo me hubiera perdido. Tras despedirme de él en Urkiaga, con los ánimos reforzados, me encaminé en busca del primer punto de control del día, Elizondo. Llegué a Elizondo sobre las 11:00, buena hora para comer un par de pinchos. Tras andar un poco perdido por dentro de Elizondo buscando las marcas ( tengo que decir que durante estos días donde más me he perdido ha sido en los pueblos por donde pasa la GR11), por fin encontré el camino y me dirigí a Bera, ya ‘sólo’ me faltaban 60 km.
El trayecto entre Elizondo y Bera se me hizo bastante duro, es un continuo sube baja y además hay que ir muy atento, pues se cruza con un montón de GRs y PRs. Tras cuatro duras horas, por fin llegué a Bera, donde me estaba esperando el primer comité de bienvenida del día, formado por cuatro grandes corredores de Trail: Kataka, Xanta, Uxue y el incombustible Mikel Leal. Abrazos, comer algo y entre charlas y risas atacamos a los últimos 30 km de esta loca aventura. La verdad es que este tramo fue el que más fácil se me hizo de toda la travesía, yo creo que con gente así uno puede darle la vuelta al mundo y no darse cuenta, fue genial. Antes de empezar la bajada al fuerte de San Marcial, Uxue se despidió, ya que el sábado tenía carrera y no le convenía machacar demasiado (por cierto, la ganó). Justo antes de San Marcial, apareció la escolta imperial, formada por unos 8 fornidos Mugalaris que me llevaron en volandas durante toda la bajada y la ‘dura travesía’ de Irún. Poco a poco empezaba a oler a salitre y por fin, a eso de las 18:30, me puede dar el tan ansiado chapuzón en el Cabo Higuer. Tras el chapuzón, besos a amigos, familiares y demás, unas cervezas, un delicioso bizcocho que no sé quien hizo pero que yo quiero esa receta, y a casa. Hoy, ya han pasado 4 días de ese gran día y todavía no se me ha borrado la sonrisa de la cara.
Bueno, ahora estoy de vacaciones, pero para la vuelta os prometo un pequeño y gracioso resumen de lo que ha sido esta gran aventura. ¡¡¡Muchas gracias por haber estado ahí!!!