Tras la pájara monumental que sufrí ayer y que casi me llevó a retirarme a casa, hoy he salido con una cosa muy clara; quería darle otra oportunidad a este proyecto, pues ayer, de verdad os digo, lo hubiera mandado todo a freír puñetas. Tenía claro que si hoy las sensaciones eran las mismas de ayer, cogía un autobús y me iba a casa. Por eso he decidido salir y según qué sensaciones tuviera en el tramo entre Sallent y Candanchú, dependería si seguía o no. A las cinco de la mañana ya estaba en marcha, buena temperatura y buenas sensaciones en la primera parte. Bordear el embalse del Gallego y suave-suave hacia el collado de Izas. Me sentía bien, pero no quería apretar demasiado por si acaso, no fuera a ser que luego lo pagara. He llegado a Candanchú super fresco, por lo que he decidido que merecía la pena el intentar seguir y terminar como debe ser.
Poco a poco se va notando que atrás se quedan las etapas de alta montaña; más prados, subidas y bajadas más cortas y suaves, bosques,… ¡estamos llegando a casa! Y la evidencia más grande, ha sido el chaparrón que me ha pillado llegando a la Selva de Oza… ¡¡¡Mordor ya está cerca!!! Nunca había estado en la Selva de Oza, y la verdad es que me ha gustado mucho. Eso sí, mucho camping y refugio abandonado.
Para lo mal que iba ayer, hoy me estaba viendo demasiado bien y tenía un mal presentimiento. El segundo chaparrón del día me ha pillado subiendo al Collado de Petraficha, pero he tenido la suerte de que me encontraba cerca del refugio abandonado de Sabucar y he podido guarecerme allí. Una vez que ha parado de llover me he puesto de nuevo en marcha y para cuando me he querido dar cuenta, ya estaba bajando dirección Zuriza desde Petraficha. Entonces es cuando he comenzado a percatarme de que la gasolina ya se me estaba agotando, y antes de desfallecer como ayer, me he tomado un gel, con la esperanza de que el cuerpo me aguantase hasta el camping de Zuriza y una vez allí, comer. Justo pero he llegado, y lo primero que he hecho ha sido meterme en el comedor, atrincherarme allí y no moverme hasta comprobar que no entraba nada más en mi estómago. Cuando he salido del camping he intentado ponerme a correr y ¡¡¡ha sido todo un éxito!!! Paso que daba, eructo o pedo que echaba, por lo que de esa guisa me he dispuesto a afrontar la última parte del día. Cada paso que daba en dirección de la Peña de Ezkaurre, más grande me parecía éste, y sólo de pensar en sus duras zetas las piernas me temblaban. En éstas estaba yo hasta que he llegado a un cruce donde ponía en sendos carteles de madera, GR11.4 Izaba por Ezkaurre 6:30 y GR11 Izaba por la cascada de no sé qué, 2:30… ¿Cual pensáis que he elegido? Efectivamente, ¡¡¡la del menú niños!!!
Mi cuerpo me está enseñando nuevas facetas que yo no conocía y ahora ya sé que tras 2 o 3 días buenos, me viene un día malo y hay que aguantarlo. Según mis cálculos, el miércoles espero estar bañándome en las aguas del Cantábrico y espero que la de ayer sea la última visita del señor del mazo…